martes, 21 de marzo de 2017

Fu-es

Algunas cosas atravesamos una vez y creemos que ya está, que ya fue, que nunca más. Cuántas veces nos despertamos después de nuestra primera noche de excesos y decimos, casi como un mantra, "No tomo más" o al salir dolidos de una relación gritamos con una certeza heroica "No me enamoro nunca más" y después andamos por ahí, lamiendo nuevas heridas de amor.
Cuando no tenemos conciencia (ni miedo) de lo que acarrean ciertos actos, por lo general, la pifiamos. Nos duele y/o lastimamos. Y nos creemos capaces de lograr que no se repita semejante atrocidad. Al menos eso nos afirmamos.
Pero todo es un ciclo, todo viene y va y vuelve a acontecer. Y como en un espiral, con más envión y más fuerte nos pega. Todo lo que ya nos dolió, lo que ya hicimos, bien o mal, nos va a volver a visitar. No podemos evitar que la vida nos pase y nos vuelva a pasar.
Fu-es necesario e importante, quien pasó y quien pasa, que duela y entender, equivocarse y aprender, crecer y achicar, lo colectivo y lo individual, el caos para equilibrar, respirar y aguantar, avanzar y parar, mirar de afuera y bailar. No siempre hacemos lo que queremos y no nos salen las cosas como esperamos ni obtenemos el resultado o la respuesta deseada. Y nos va a seguir pasando hasta el último de nuestros días.
De eso sólo nos queda aprender y tratar de mejorar en lo individual, para poder crecer colectivamente, que es la única salida posible.

lunes, 20 de febrero de 2017

El final es en donde partí.

Bueno, desarmados los bolsos pero entera esta alegría. La alegría que deja cualquier experiencia de semejantes magnitudes, con sus cosas buenas y sus cosas malas pero con el aprendizaje por sobre todas las cosas. Vuelvo de un país que me presentó personas hermosas, músicas extraordinarias y una paz la cual no dudé ni un segundo en elegir como mi lugar.

Compartí tiempo, espacio, música y experiencias con amigos/as, conocidos/as y (ex) desconocidos/as de los cuales me queda el más hermoso recuerdo y aprendizaje. Muchas de estas personas las siento hoy irremediablemente más cerca que nunca, inamovibles en un lugar del corazón.

 No hay fronteras cuando la bondad y el amor son puentes. No hay forasteros cuando el arte y la pasión nos comunican e interrelacionan.

 Tengo el corazón tan lleno, el alma tan tiernamente abrazada, que no siento el calor del asfalto porteño.

 No tengo más que palabras de agradecimiento por todo esto a toda la gente que formó parte, mucho o poco, mal o bien, de estos casi dos meses. No puedo dar nombres primero porque si bien guardo a todos y todas en el corazón, no tantos están en esta red. Y también, claro, por miedo a dejar gente afuera. Si nos cruzamos del otro lado del río en estos dos meses, esto habla de vos y te estoy muy agradecido.

sábado, 7 de enero de 2017

Por qué escribo...

La inquietud de escribir, otra vez, volvió. Tengo el vago recuerdo de haber visto alguna vez una viñeta en la que un músico con su guitarra pensaba algo así como "Hace mucho que no compongo, debo estar bien". Y sí, probablemente sea un poco lo mismo con la escritura en mi caso. O quizás tiene que ver con el no querer o no animarse a entrometerse nuevamente en los rincones de las propias ideas, como quien revisa celulares ajenos en busca de algo que no quiere encontrar. Quizás el volver a escribir tiene que ver con el volver a leer, con la inquietud que genera el encontrar palabras por alguien tan bien ubicadas, tan acertadas en sus formas, en sus conjunciones, que contagia esa búsqueda. Como cuando escuchaba música de chico y quería aprender a tocar instrumentos sólo por pensar "Yo quiero hacer eso, quiero generar eso que generan estas personas" De repente te encontrás con una guitarra en las manos, una armónica en la boca o un teclado en la punta de tus dedos.

No puedo negar que hay una temática algo recurrente que me lleva a creer que esta puede ser una buena manera de purgarse: los recuerdos imborrables. La sensación de fantasmas merodeadores en la vasta llanura del imaginario. La repetición constante de escenas, fotografías, olores, sonidos o al menos un atisbo de recuerdo de eso, cada vez más difuso y peligroso. Peligroso porque la claridad de la memoria es proporcional a la amplitud de interpretación de la misma. Cuanto más difuso el recuerdo, más libre se vuelve la interpretación, más amplio es el abanico de decisiones y elecciones que se desprenden de él.

Tendencia a la nostalgia, creo que todas las personas la tenemos. Como no recordamos bien qué nos llevó ayer a estar como estamos hoy, nos aferramos a la nostalgia como alegre herramienta de nuestra memoria para pintarnos un cuadro hermoso en el lienzo de la imaginación "Todo tiempo pasado fue mejor" repetimos. Otras personas (otras veces... y es que somos momentos) nos aferramos al hoy para entender el ayer. "Por algo estamos donde estamos, como estamos" ¿Y con eso qué hacemos? Y bueno, a veces esto hacemos... Escribimos.

jueves, 5 de enero de 2017

I'll see you in my dreams

Cuando decimos que algo o alguien nos quita el sueño nos referimos, por uso común, a que no podemos dormirnos por pensar demasiado en algo.
A mí hace rato que alguien me quita los sueños, así en plural. Porque no me quita la capacidad de dormirme sino que me arrebata los sueños que duermo. Aparece en todos y cada uno de ellos, su cara, su figura, su voz, su recuerdo, su nombre, su esencia, siempre de alguna o varias maneras. En algunos nos peleamos, en otros nos reconciliamos, en algunos es un recuerdo, en otros una búsqueda, en otros una excusa.
No sé analizar sueños, qué quiere decir cada cosa que acontece en ellos. Lo único que sé es que no me quitas el sueño, ni vos, ni tu recuerdo, ni el hecho de no encontrarte más, ni verte más, ni escucharte más, ni tocarte más, ni pensarte más. Pero también sé, con certeza, que te veré en mis sueños...


lunes, 12 de diciembre de 2016

Por partes admiro

Hace mucho no escribo y hace poco tengo ganas de hacerlo. Algo así como unas dos o tres semanas que una idea me viene dando vueltas en la cabeza. Tiene que ver con la admiración: Una de las definiciones de admiración dice "Tener en singular estimación a alguien o algojuzgándolos sobresalientes extra ordinarios."

Me di cuenta que admiro a muchas personas, en distintos ámbitos. Distintos ámbitos de lo que a ser se refiere. Quiero decir, no admiro a una persona toda. Sino que quizás la admiro en lo artístico y nada más, o en lo intelectual o lo social o lo que sea pero no por eso admiro a la totalidad de tal persona.
Y no sólo eso, sino que también gran parte de la gente que admiro es par mía. Quiero decir, me encuentro en los espacios y ámbitos que frecuento a mucha gente a la cual admiro de una o más maneras. Soy o he sido amigo de mucha gente a la que admiro, he estado en pareja con personas a las que admiro, he trabajado con seres a los que admiro. Repito, admiro de una o más maneras.
Y es que, otra cosa que aprendí, todos y todas somos pares. Hace rato dejé de pensar (y esto es una de las tantas cosas que la docencia me ha enseñado) que hay seres tocados por una varita mágica al nacer, que tienen un don. Sólo hay gente que ha dedicado tiempo a cierta actividad. Más allá de poder llegar a tener facilidad, o no, que tiene más que ver con la interpretación de las instrucciones y el auto-conocimiento del cuerpo como herramienta, la habilidad tiene más que ver con la constancia y con un montón de aspectos socioculturales que con nuestro adn.
Todo esto de la admiración viene a que tendemos a idolatrar a alguien por cómo toca un instrumento o cómo juega a la pelota o por la facilidad que tiene para hacernos reír o por sus reflexiones... Y me parece un error, cuanto menos grave. Nada tiene que ver una cosa con la otra, no tienen por qué necesariamente tocarse y una persona no TIENE QUE caernos bien en todos los aspectos que la conforman, sólo porque hace una cosa de manera admirable. Así como tampoco tenemos que dejar de admirar la capacidad de una persona de hacer algo de manera increíble porque no sale en la tele o no lo vimos en un video viral. Estamos acostumbrados y acostumbradas a recibir todo masticado, incluso el talento. Y cuando lo tenemos frente a nuestras narices no nos damos cuenta.

Por suerte hay cosas a las que siempre me encuentro predispuesto y una de ellas es a encontrar algo que admirar en todas las personas.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Medidor de conflictos

Una imagen: Un local, sobre la puerta se lee un cartel "Medición de conflictos". Adentro una persona, a simple vista de clase media, parada detrás de una cinta que cuelga entre dos postes y detrás de ella una vitrina repleta de varas, de distintas medidas todas ellas.
Atraviesa la puerta un hombre sirio, se lo ve desesperado. Al verlo entrar, la persona detrás de la cinta levanta su mano en señal de "alto" y le señala una cruz dibujada en el piso, apenas a un metro de distancia de la puerta. Una vez ubicado el sirio, empieza a contar su situación, está escapando de su país, es muerto si se queda, asesinado si se va y si lograra sobrevivir, discriminado donde vaya. La persona se da vuelta, agarra una de sus varas, la extiende delante del sirio que se acerca hasta donde la vara se lo permite, a la mitad del salón.
Detrás de él, ingresa una persona de nacionalidad boliviana, al verlo entrar, la persona detrás de la cinta se da vuelta, busca desesperadamente entre las más largas de sus varas y la extiende, dejando al recién ingresado justo detrás del umbral de la puerta. Exactamente igual que como hizo aquella vez que vinieron tres chicos de Villa Soldati que se habían caído de un sexto piso, o cuando se acercó un nene de 9 años diciendo llamarse Kevin, asesinado de un tiro en la cabeza o esos dos chicos que murieron en un taller textil ilegal. Todos ahí, detrás de la puerta.
Luego de unos días, se acercó otro nene de tres años. Era sirio, como aquel hombre, y había muerto ahogado. La persona detrás de la cinta no dudó. Con sólo verlo entrar se dio vuelta, agarró su vara más corta y acercó al niño hasta el pie de los postes donde colgaba la cinta. El hombre sirio que seguía parado en el medio del salón, señaló al niño y le preguntó "¿Ahora me entiende?" y esta persona volvió a su vitrina, agarró una vara y la reemplazó por la que había usado para marcar la distancia al sirio: lo acercó unos metros, no más de un cuarto del salón.
Lo extraño fue cuando se acercó un niño de la comunidad Qom que acababa de morir, la persona se disponía a sacar su vara más larga nuevamente cuando sonó un teléfono rojo que tenía a un costado del punto donde se paraba siempre, detrás de la cinta. Atendió y la voz del teléfono le avisó "No te olvides, estamos en épocas de elecciones". Colgó el teléfono, se dio vuelta y fue al otro extremo de la vitrina, donde estaban las varas más cortas. Y sin preguntar nada, acercó al niño Qom, justo al lado del niño sirio.
Habrá que ver qué pasa de acá a un tiempo: Probablemente lo mismo de siempre, sus varas automáticamente vayan extendiéndose, dejando a todos, nuevamente, detrás de la puerta.

martes, 6 de enero de 2015

Las cosas importantes

Me gusta. No la conozco mucho pero conozco lo suficiente, las cosas importantes. Conozco su tono de voz cuando canta, sé que le gusta la música, al punto de emocionarse hasta las lágrimas con ella, y sé que baila con una sonrisa en su cara. Y no sólo conozco esas cosas, las importantes, sino que además me gustan.
Conozco, también, algunos datos de color, que pueden ser de alguna utilidad pero no son los verdaderamente importantes. Como por ejemplo su nombre, está claro, pero ¿para qué sirve su nombre? No tanto para identificarla, sabemos que los nombres no son únicos y además prefiero sus ojos, su pelo, su perfume. ¿Para llamarla? No quiero llamarla, quiero alcanzarla.
Sé que no es mucho lo que conozco pero está en la calidad, no en la cantidad. Y esas cosas que conozco, me gustan tanto que me dan ganas de conocerla más en profundidad: Es que me gusta su boca, por ejemplo, en la distancia que la conozco. Ahora quiero acortar esa distancia, conocer su boca con la mía, mis ojos en los suyos, su cuerpo con el mío, mi alma con la suya.