miércoles, 22 de junio de 2011

De nada

Nada empieza porque sí y de nada empieza todo. Todo tiene un cero, un vacío, una hoja en blanco, todos empezamos siendo un desconocido. Para todo principio hay un prólogo, para todo prólogo hay una tapa, para toda tapa hay una hoja en blanco, para toda hoja en blanco hay una idea y para cada idea hay una chispa que se enciende. Todo tiene un algo, una nada, que lo lleva a ser. ¿Cómo moldear esa nada? ¿Cómo transformar esa nada en una idea, de ahí partir a una introducción, darle un nudo y rematarla en un desenlace? Y me adentro un poco más: ¿Cómo tener una idea que valga tanta transformación, tanta alquimia etérea? Peor aún: ¿Cómo cotizar una idea apenas gestada? ¿Cómo saber, al instante de ser, si esa idea va a valer? Suena complicado pero no lo es tanto. Prueba y error... Tampoco es tan fácil como parece. Decir "prueba y error" suena a desentenderse de toda realidad ajena, a un simple tanteo en espacios insospechadamente seguros. No es así... "Prueba y error" es, justamente, todo lo contrario. Es adentrarse lo más posible en mares oscuros, desconocidos, misteriosamente inciertos. No es difícil la respuesta, tampoco es fácil accionar basandose en ella. Hay placeres en las pruebas y disgusto en los errores... Hay marcas en ambos. Cicatrices que te van cubriendo el cuerpo, caricias que te van llenando el alma. Un aprendizaje constante. ¿Un buen ejemplo? De nada nace una idea, una frase. Se prueba en base a esa frase y de esa prueba.... sale este error.

lunes, 13 de junio de 2011

Definitivamente

No sé qué escribir... ¿Un chiste? Na ¿Una catarsis? ¡No! ¡Por favor! ¡Basta de eso! ¿Un cuento? ¿Sobre qué? No sé ¿Una opinión? ¿Sobre qué? No sé ¿Una canción? ¿Sobre qué? No sé. Por ahí pasa la cuestión. No es que no haya nada para decir, o escribir, o en qué pensar... Es que hay demasiadas cosas y ya no sé qué agarrar del montón. Es como cuando estás solo en tu casa, lo primero que pensás es "¡Voy a poner un buen disco bien fuerte!" vas a donde tenés todos tus cds guardados y ves columnas y filas interminables de cds y los empezás a ver y te resultan todos aburridos. Pero está claro que no lo son, sino no estarían ahí, te encantan pero por algún extraño motivo ninguno te entusiasma al verlo. O disponerte a jugar a la Play y no encontrar un sólo juego que te invite a ponerlo en ese momento. O agarrar la guitarra y no lograr salir de una cadencia de acordes ya conocida y repetida hasta el hartazgo. Podría seguir enumerando ejemplos pero creo que ya logré mi punto. Lo raro de todo esto, es que esa situación no me enturbia, no me fastidia. Estoy en un estado televisorezco de stand by horrible. Con la pantalla apagada, pero con tantos colores y sonidos tras ella que hay que separarlos por canales para no volvernos locos en un estruendoso chispazo multicolor. A mí me falta eso, separar las cosas, es toda una gran masa de ideas y pensamientos y situaciones y reflexiones que no terminan nunca, porque ninguna es sacada de la bola y empezada en realidad. Para eso hay que prender la tele y yo estoy en un stand by profundo. Así que, sin salir de este estado, me encuentro con unos capítulos de Padre de Familia, unos videos de Stevie Ray Vaughan, unos temas de B.B. King y algunas cuantas palabras. Y al mismo tiempo que el blues, se acabó lo que se daba.