lunes, 13 de enero de 2014

El beso perfecto.

No es que nos dé ventaja la señora, la Muerte. Es que es romántica, le gustan los buenos besos, los besos perfectos, los besos que marcan, los besos que matan y vive buscándolos. Es tanto así que sólo nos da uno a cada uno, un beso, uno sólo que valga por toda la eternidad. Nosotros escapamos de ella, corremos. Tanto corremos y tan lejos que a veces nos olvidamos de qué escapamos pero seguimos y así vivimos: huyendo, escapando, corriendo. Ella nos mira correr, ve que nos olvidamos de ella, ve que nos vamos con la Vida hasta que un día sus celos no dan más y zas! Nos alcanza, nos da su beso. Uno sólo, un beso tan hermoso que nos encadena y nos lleva y nos mata. Nadie escapa de eso, nadie ni nada. Incluso los objetos se corroen, se degradan y desaparecen. Sólo ella, ella que no probó ni probará nunca su beso está a salvo de ella misma... Pobrecita, ella tan romántica, que busca el beso perfecto, no entiende que nadie la va a besar tan profunda, hermosa y perfectamente como sólo ella sabe besar.

Y en eso, ella es como la Muerte, la señora. Yo corro, me alejo, huyo de ella, de su idea, de mi idea de ella y de sus besos. Tanto corro y tan lejos que la olvido y dejo de correr para preguntarme por qué era que corría y la recuerdo y, por las dudas, corro un poco más. Ella sigue repartiendo besos, como queriendo encontrar ese, el beso perfecto. Hasta que un día zas! De repente, casi de la nada, me encuentro con su boca que me besa tan profunda y hermosamente que me encadena y me lleva y casi más me mata. Pero ella no lo siente, no ve que es el beso perfecto y sigue buscando... En eso es como la Muerte pobrecita ella, la señora, que no entiende que nadie la va a besar tan profunda, hermosa y perfectamente como sólo ella sabe besar.

jueves, 2 de enero de 2014

70-30

"Que la cosa fluya" escucho por allá, un poco más atrás del tiempo. Hoy, un poco más acá, escucho una canción que canta "Fluir no es dejarse llevar" y logro comprender por qué ni acá, ni allá, las cosas fluyen. El río quieto no es río, el río que fluye es río y el agua que fluye empuja, el agua necesita más que agua para ser río y fluir. Principalmente se necesita a sí misma pero aparte necesita, por lo menos, gravedad. El cauce es dispensable, si el agua y la gravedad que lo empujan están bien, el cauce será y se hará al fluir, así como su desembocadura. Nadie conoce su destino, ni siquiera aquel que tiene el camino marcado.

Será porque estamos compuestos en un 70% de agua que no nos alcanza sólo con ser, con dejarnos llevar. 70% agua, ser, 30% gravedad, empujar, fluir. Hoy entiendo que allá, atrás del tiempo, me hablabas de un río nuestro, nuestras individualidades siendo afluentes de un gran río mutuo. Hoy entiendo que allá, atrás del tiempo, me hablabas de un río nuestro, de ser afluentes... pero eras lago, agua estancada, una desembocadura, un final. Y ahora, acá, en cada instante del tiempo, la voz sigue cantando "Si te quedás empantanado ya no aguantás ni tu propio olor".

El cauce será y se hará al fluir, porque fluir no es dejarse llevar.