martes, 9 de septiembre de 2014

Buscar saber qué buscar

Aprendí a buscar, a no esperar. Si quiero algo distinto, no espero que lo que tengo cambie. El cambio hay que buscarlo, hay que hacerlo. El cambio es el giro en el camino que inventamos a cada paso que damos y no hay señales más claras, ni barreras más altas, ni pozos más profundos que la fuerza de nuestra voluntad para generarlo. De ello depende y hacia donde nos lleve(mos), vamos.

Ya no busco palabras sensibles en el amigo acorazado ni el cachetazo realista de quien se esconde en su vida de cuento. No pretendo el empujón al vacío del que vive con miedo ni le pido un freno al impulsivo adrenalínico. Antes de pedir, de exigir, busco. Busco en mí, me revuelvo, me inspecciono y sólo si es necesario busco afuera.

Hace un tiempo me encontré con alguien que llenó un espacio que no existía. De repente un día lo inventó, lo llenó de cosas y de repente otro día se fue y se llevó todo dejando sólo el espacio, el vacío. Por mucho tiempo busqué algo para llenarlo, algo más profundo que sus ojos, que el alma que la habita, que el silencio que dejó.

Ahora buscando en mí, revolviéndome, me encontré con ese vacío de nuevo. Inspeccionándome me di cuenta que ese lugar, ese espacio, ese vacío es mío y elijo llenarlo con lo que yo quiera, como yo quiera. Hoy no hay nada vacío en mí. Hoy las letras, las canciones, las ideas rebalsan y ocupan ese espacio. Hoy no busco, pero todavía me pregunto, si existe algo más profundo que sus ojos, que el alma que la habita, que el silencio que dejó.

lunes, 1 de septiembre de 2014

El euro que valió el viaje.

Es con el corazón acelerado, un nudito en la garganta y una lagrimita asomada en un ojo que escribo esto:

Domingo 27 de Julio: Tocando en el paseo del río, acá en Plentzia, un Padre con su hijo se sentaron a escuchar algunas canciones. Luego del tercer tema se me acercaron y nos pusimos a charlar. Músico de Valencia que venía de vacaciones porque la madre del niño vive por aquí, me preguntaba si sabía de algún lugar donde tocaran bandas como para averiguar por la suya y si yo quería sumarme. Charlamos y al despedirse le agradezco y él me responde con un "No, gracias a ti por tu música". 

Jueves 31 de Julio: Tocando, nuevamente en el paseo pero en otro punto, al escuchar ruido en la caja, abro los ojos y nuevamente este Niño dejando unas monedas pero esta vez con su Madre detrás. Una mezcla de ideas en mi cabeza: creer que estaba abusando del hecho de cruzarme al Padre y a la Madre por separado (ja) y ponerme un poco contento por la posibilidad de estar regando la semilla de la música que el niño debía ya tener sembrada (supongo, por tener Padre músico) AUNQUE quizás a él no le gustaba lo que yo hacía, sólo eran los padres que le hacían tirarme monedas como un juego. Nada, historias que uno va armando como cuando ve a alguien en un bondi y juega a imaginar su vida.

 Domingo 03 de Agosto: Feria en Plentzia organizada por mi prima. Un día espectacular, el Sol decía presente pero también las brisas que se llevan el calor. La feria tan espectacular como el día, muchos puestos con cosas muy buenas y (mucha) gente que, de camino a la playa, no puede evitar chusmear un poco. Con sólo cuatro horas de sueño estaba ahí, eligiendo música para que sonara de fondo, un poco de jazz, un poco de blues, un poco de funk, un poco de rocksteady y al puesto de La Matera. Estando ahí me encuentro con Padre y Madre anteriores pero sin el Niño y el Padre me cuenta que el Niño tiene un saxo de juguete y él un cavaquinho y que el jueves pasado el Niño le propuso ir a tocar juntos a la calle, "como el chico de la armónica". Cuando bajaron me encontraron tocando y el Padre le dijo de sumarse pero al Niño le dio vergüenza y se fueron a tocar a otro lado. En ese rato, una señora les dejó una moneda de un euro. El niño había logrado su primer euro con algo y ese algo era la música como un juego, con un saxo de juguete. Luego salió a pasear con la Madre y me encontraron tocando y EL NIÑO LE DIJO A LA MADRE que quería dejarme plata. La Madre respondió "Es que salí sin nada" y él le dijo "Pero yo tengo el euro que me dejó la señora" y con esa moneda de un euro en la mano se acercó a la caja y la depositó. De repente una moneda de un euro pasó a no valer nada. De repente una moneda de un euro pasó a valer todo.

 (Después toqué en la feria pero eso quedará para otra ocasión.)