No puedo negar que hay una temática algo recurrente que me lleva a creer que esta puede ser una buena manera de purgarse: los recuerdos imborrables. La sensación de fantasmas merodeadores en la vasta llanura del imaginario. La repetición constante de escenas, fotografías, olores, sonidos o al menos un atisbo de recuerdo de eso, cada vez más difuso y peligroso. Peligroso porque la claridad de la memoria es proporcional a la amplitud de interpretación de la misma. Cuanto más difuso el recuerdo, más libre se vuelve la interpretación, más amplio es el abanico de decisiones y elecciones que se desprenden de él.
Tendencia a la nostalgia, creo que todas las personas la tenemos. Como no recordamos bien qué nos llevó ayer a estar como estamos hoy, nos aferramos a la nostalgia como alegre herramienta de nuestra memoria para pintarnos un cuadro hermoso en el lienzo de la imaginación "Todo tiempo pasado fue mejor" repetimos. Otras personas (otras veces... y es que somos momentos) nos aferramos al hoy para entender el ayer. "Por algo estamos donde estamos, como estamos" ¿Y con eso qué hacemos? Y bueno, a veces esto hacemos... Escribimos.
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